La lógica es sencilla: construir la versión más extendida se calcula que cuesta a los cárteles entre 1 y 2 millones de dólares, y los beneficios si completa tan sólo un viaje son astronómicos: De mas de cien millones de dolares. Típicamente se trata de un barco semi-sumergible (que no es capaz de navegar del todo bajo el agua), construido en fibra de vidrio con madera o acero, y dotado de motores diésel que "respiran" a través de un Snorkel. Carente de tanques de lastre o de controles de inmersión, estas naves son capaces de alcanzar unos 6 nudos en superficie, y son muy difíciles de detectar desde un barco. La mayoría de las localizaciones se hacen desde el aire, y no siempre hay un buque cerca para proceder a interceptarlo.
De entre 10 y 25 metros de eslora, suelen contar con tripulaciones de uno a cinco hombres, y aunque sus sistemas internos son precarios suelen disponer de sofisticado equipo de comunicaciones, para escanear las comunicaciones militares y policiales. Transportan entre 6-7 toneladas de cocaína que puede llegar a valer mas de 100 millones de dólares en su destino. Incluso si sólo uno de cada diez completa un viaje, el riesgo merece la pena. Para evitar inconvenientes no se aproximan a la costa a descargar, esta tarea se realiza con lanchas rápidas. Y normalmente son hundidos una vez utilizados.
Pero esas eran las versiones iniciales. En los últimos años se han descubierto verdaderos submarinos capaces de sumergirse hasta una veintena de metros de profundidad y de operar durante al menos una hora bajo el agua. Esto hace particularmente difícil que puedan ser interceptados, pues hacerlo exige el uso de tácticas de guerra antisubmarina; algo para lo que los patrulleros y guardacostas no están equipados ni entrenados. Estos submarinos son más grandes, por lo que tienen mayor capacidad de carga, y los detalles de su tecnología indican que no se han construido como naves descartables de "usar y tirar", sino para prestar un servicio regular. Su mayor autonomía los hace candidatos al tráfico transatlántico.
Luego están los ‘Narco-torpedos’; sumergibles no tripulados cargados de cocaína que van sumergidos a remolque de un pesquero. Si aparece un guardacostas el pesquero corta el cable; el dispositivo submarino está programado para esperar un tiempo, emerger por sí mismo y radiar su posición para que otro pesquero lo encuentre y complete la entrega. El 90% de estas operaciones, se completan sin incidentes. Se estima que en los últimos años por esta vía han podido entrar más de 600 toneladas de cocaína en los EE-UU. El negocio es multimillonario, y está controlado por las FARC y los cárteles Mexicanos; por los resultados está claro que el negocio no se va a detener: habrá muchos más "Narco Submarinos" en los océanos del mundo en los próximos años.
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