Construir un submarino operacional capaz de adentrarse en el Océano Pacífico; aunque sea más o menos siguiendo la costa, durante tres mil quinientas millas hasta alcanzar los Estados Unidos es un reto técnico difícil de alcanzar. Las grandes potencias industriales no pudieron hacer algo así hasta la Primera Guerra Mundial, y hubo que esperar hasta después de la Segunda para que fuera posible completar el viaje sin salir a la superficie. Por poderosas que sean, las organizaciones de narcotraficantes no son grandes potencias industriales ni tienen sus mismos recursos. Así pues, la primera solución fue desarrollar navíos artesanales semi-sumergibles, en los que la mayor parte del casco se encuentra bajo el agua y sólo asoma una pequeña porción por encima de la superficie.
Así, a partir del año 2000, estos semi-sumergibles comenzaron a realizar largos y arriesgados viajes por el Atlántico y el Pacífico. Al principio, en los Estados Unidos creían que eran fábulas o leyendas sin fundamento y los denominaban Bigfoots, "Pie grande". Sin embargo, durante 2006 avistaron tres artefactos de estos y a finales de año lograban capturar su primer "Pie grande", a noventa millas al este de Costa Rica. En 2008 habían identificado diez en un mes, pero sólo conseguían hacerse con uno; pues sus tripulaciones, al verse descubiertas, los hunden para no ser capturados con "las manos en la masa".
Ya desde el primer momento, los Estadounidenses observaron algunos detalles de diseño sorprendentemente avanzados. Por ejemplo, el uso de materiales sintéticos, fibra de vidrio y formas orientadas a reducir la firma en el radar sobre su superficie, así como una ingeniosa disposición de los tubos de escape para reducir el perfil infrarrojo; una forma precaria pero eficaz de tecnologías furtivas. Utilizan habitualmente sistemas de navegación GPS. Nadie sabe cuántos han podido infiltrarse sin ser detectados a lo largo de los últimos años; cada uno de ellos puede transportar fácilmente diez toneladas de droga a unos seis nudos, desde Colombia a Norteamérica, con una parada para repostar combustible.
Así, a partir del año 2000, estos semi-sumergibles comenzaron a realizar largos y arriesgados viajes por el Atlántico y el Pacífico. Al principio, en los Estados Unidos creían que eran fábulas o leyendas sin fundamento y los denominaban Bigfoots, "Pie grande". Sin embargo, durante 2006 avistaron tres artefactos de estos y a finales de año lograban capturar su primer "Pie grande", a noventa millas al este de Costa Rica. En 2008 habían identificado diez en un mes, pero sólo conseguían hacerse con uno; pues sus tripulaciones, al verse descubiertas, los hunden para no ser capturados con "las manos en la masa".
Ya desde el primer momento, los Estadounidenses observaron algunos detalles de diseño sorprendentemente avanzados. Por ejemplo, el uso de materiales sintéticos, fibra de vidrio y formas orientadas a reducir la firma en el radar sobre su superficie, así como una ingeniosa disposición de los tubos de escape para reducir el perfil infrarrojo; una forma precaria pero eficaz de tecnologías furtivas. Utilizan habitualmente sistemas de navegación GPS. Nadie sabe cuántos han podido infiltrarse sin ser detectados a lo largo de los últimos años; cada uno de ellos puede transportar fácilmente diez toneladas de droga a unos seis nudos, desde Colombia a Norteamérica, con una parada para repostar combustible.
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