MÁXIMA XXXVII: Napoleón Bonaparte
Desde el
momento en que seáis dueño de una posición que
domine la
opuesta orilla, tenéis facilidad de efectuar el paso del
río, sobre todo
si esta posición tiene extensión suficiente para
colocar fuerzas
de artillería. Disminuye esta ventaja cuando el río
tiene más de
300 toesas de ancho (583,8 m), porque estando la distancia
fuera de la
línea de tiro de la metralla, es fácil a las tropas que
defienden el
paso fortificar la orilla y ponerse a cubierto. De aquí
se sigue que si
los granaderos que se mandan pasar el río para
protección del
puente, llegan a la ribera opuesta, serán destruidos
por el fuego
del enemigo; porque las baterías colocadas a distancia
de 200 toesas
del embarcadero son capaces de un fuego más
destructivo,
aunque separadas más de 500 toesas de las baterías (973 m)
de la fuerza
que cruza. Así la ventaja de la artillería estará exclusivamente
de su parte.
Por la misma razón el paso no puede llevarse
a efecto, a
menos que logréis sorprender al enemigo y estéis
protegidos por
una isla intermedia, o a menos que podáis aprovecharos
de un ángulo en
el río para establecer un fuego cruzado
sobre sus
obras. En este caso la isla o el ángulo forma una cabeza
de puente
natural y da la ventaja en artillería al ejército agresor.
Cuando un río
tiene menos de 60 toesas de ancho (116,76 m) y tenéis un
puesto al otro
lado, las tropas que se mandan a atravesarlo, sacan
tantas ventajas
de la protección de vuestra artillería, que por
pequeño que sea
el ángulo es imposible que el enemigo impida
echar un
puente. En este caso los más diestros generales, cuando
han descubierto
el proyecto de su adversario, y traído su propio
ejército al
punto por donde debe cruzar, generalmente se contentan
con ponerse al
paso del puente formando un semicírculo alrededor
de sus
extremos, como alrededor de la boca de un desfiladero,
y con separarse
una distancia de 3 ó 400 toesas del fuego
del lado
opuesto."